Aproximádamente el 50% de la población padece de HALITOSIS la cual, está caracterizada por la presencia de un olor desagradable que sale de la boca y, generalmente, está causada por bacterias.
Puede afectar a la persona de dos maneras:
La primera, es que el paciente no sea consciente de que la padece, no le da importancia, no lo ha notado, ni la gente que habitualmente tiene alrededor le ha comentado de la presencia de este incómodo síntoma.
La segunda, es cuando la halitosis se convierte en un problema de autoestima, falta de confianza en uno mismo/a, timidez, falta de relación con los demás… llegando a ser un problema psicológico.
Es importante acudir a la especialista ante cualquier sospecha de mal aliento en la boca, por eso aconsejamos que no sea un tema tabú, sino que cuando notemos en algún familiar o amigo este síntoma se lo hagamos saber de la manera más delicada posible, ya que puede estar siendo un aviso de un problema bucal grave o incluso de algún problema del aparato digestivo.
Lo primero será acudir a tu dentista para que realice una exploración y valore el caso, aconsejando a cada paciente según las necesidades requeridas. Diferenciaremos dos tipos de halitosis:
– HALITOSIS PATOLÓGICA: Está causada por problemas dentales, úlceras traumáticas, estomatitis, infecciones en la faringe, necrosis por quimioterapia o radioterapia…
Seguramente se necesitará realizar tratamiento de encías, limpieza dental e instrucciones de higiene oral. También para reducir el número de bacterias se eliminarán las lesiones de caries y se realizarán extracciones en caso de ser necesario. Una vez conseguido el estado sano de la boca se puede ayudar a mitigar el problema utilizando productos específicos para la halitosis, como sprays, dentífricos, colutorios…
– HALITOSIS NO PATOLÓGICA: Se debe a situaciones o hábitos, por ejemplo el aliento matutino, factores como la edad, que hace disminuir el flujo salival, el uso de prótesis dentarias que si se dejan toda la noche producen olor desagradable, medicamentos que producen xerostomía (boca seca), tabaquismo, uso de algunos fármacos, períodos de ayuno, dietas ricas en alimentos como ajo, cebollas…
En estos casos, al igual que anteriormente, se ha de sanear la cavidad oral y elegir un tratamiento adecuado a las necesidades del paciente.